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Mañana triste y lluviosa,
amanecer violeta de aquel día,
cuando, tranquila, el pan iba a mi boca
y lloviznaba aún sin energías.
Jamás pensabamos que la furia loca
de aguas turbias, enlodadas, se acercaba
y de troncos y hollejos enredados
el cauce ancho del río se llenaba.
Fue todo de repente, fue siniestro;
con rapidez vertiginosa se acercaba
y corrimos angustiados con los niños,
que con terror en el techo se albergaban.
De repente, todo se anegaba
de un lodazal de aguas turbias y furiosas
y un vendabal de artículos caseros
flotaban en las aguas misteriosas.
En oración constante de alabanza,
la familia reunida se abrazaba
esperando el final, ya preparados,
cuando la furia de las aguas le arrastrara.
Pero el Señor de la misericordia oyo los rezos
y oyo todas las alabanzas;
ya a salvo pronto se encontraban
contando la experiencia que les aterrara.
Luego, todo en calma, devastado;
nada quedo, todo se fue, ya nada duele,
pues al valorar el regalo de la vida,
el ansia material se muere.
Eloisa!, yo bendigo aquel momento,
en que vi la furia de tus aguas al pasar,
y ahora veo claro en la penumbra
y alabo a mi Dios en mi cantar.

Poema:Marita

 

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