Carta desde el eco de tu nombre
Juan José Alcolea©
Contestacion abrazada en itálico
Soledades
Dylia©

Febrero y veintitantos. Por la tarde.
Mi nombre es soledad como noticia.
Remite: Una ciudad de cualquier parte
que no tendrá nunca respuesta a esta misiva.

Noviebre y veintitantos, es de mañana,
Mi nombre es tu otra alma y estoy sola,
Remite un poblado muy lejano
en la distancia cruel que nos separa.

Esta carta que escribo es tan sólo un pretexto,
una forma cual otra de volverte a la vida,
un paisaje de versos donde sueño tu nombre
y no puedo a las señas donde estás remitirla.

Yo quiero contestarte y ésta no es pretexto,
estoy viva y te leo en tejados distantes.
mi paisaje de sueños se te ofrece en mi mente
como única forma de poder escribirte.

Cuando el aire dibuja sus paisajes de incendio
y es la tarde ya un mudo catecismo de citas
la memoria arrebata de los goznes del tiempo
las ocultas murallas que de muerte se habitan.

Mis pinceles de viento te dibujan mis llamas,
y en la hoguera la tarde muere esperando cita,
en la puerta del tiempo me presento muy viva,
pasando las murallas que circundan tu lira.

Tiene siempre el ocaso sus taludes abiertos
a un rumor de nostalgias y a una sed de cenizas
y a encontrar de las voces que se adumbran de invierno
las caricias calladas que en su música vibran.

A lo lejos tu ocaso se abre al gran coloso,
trayéndome rumores de voces que agonizan,
la tarde va muriendo y un suspiro sin prisa
quiere matar el tiempo dejando tus cenizas.

Dejo, lento, en la tarde que me abreve el silencio
y que bata la sombra sus tambores de envidia
y desnudo de nada y cautivo de nadie
me abandono al recuerdo que hasta ti me desliza.

Lentamente me alejo en silencios vacíos
esperando tu sombra que se deslice triste,
y el sudor de mi cuerpo que desnudo se viste
va mojando tu aliento con rocíos tardíos.

De la nada me vuelven los caminos abiertos
que una aurora empezaron tu presencia y la mía,
y la acequia en que el aire se avenaba en tu cuerpo
y esa luz que en tu pelo blandamente dormía.

Van surgiendo caminos, y tus huellas conservo
con presencia de alba que con luces desfila ,
y mi fuente rebosa y el agua brota limpia,
y un haz de luz perfora mi melena y tu aservo.

Y me llueven los ojos del sabor de tus ojos
y en mi tacto tu tacto de recuerdos se habita
y se agitan mis labios del temblor de tus labios
y tu voz se despierta y mi amor resucita.

La lluvia de miradas que anega nuestro encuentro
y que al tacto fulminan tus ojos, mi mirada,
unos labios sedientos del sabor de tu aliento,
y mi amor despertado te aviva tus silencios.

Como el viento desnuda de alamedas silencios
tu recuerdo es espuma que en mi caz se desliza
y despierta mi sueño de otro lóbrego sueño
donde estaba soñando soledad sin medidas.

Al desnudo silencio que corre por mi alameda
brota claro el espejo donde miras tu sueño
y de veras sabiendo que no sueñas... eres dueño,
de realidades idas y en mi aceqia tu abrevas.

Quiso turbia la noche desguazarte del tiempo
y anegar los veneros de amargura en mi vida
y asolarme de dicha y ajenarte de adviento
y arribarte de sombra y embozarme de herida.

Las noches que quisieron borrarme en tu recuerdo
de amarguras de viento por distancias vividas,
el sol del horizonte asoleó tus tristezas
curándote muy hondo el dolor de tu herida.

Pero el cobre que habita de ponientes el cierzo
tiene insomnes caminos de llegada y de huida
y en los arcos claustrales del crepúsculo puedo
del los monjes del sueño concertarme en tu cita.

El cobrizo horizonte y de índigos ponientes,
pavimentan caminos inciertos, soñolientos,
pero se alzan triunfales los arcos con simientes
y tu cita conmigo se realiza en el tiempo.

Se desnuda la noche sobre el cielo despacio
y se queda la tarde lentamente dormida
y en la esquina del aire va su rostro el misterio
de silencio arropando las cavernas más íntimas.

El sepulcro en el día va llenando su fosa,
la noche cubre todo con su manto de estrellas,
y tu sueño y el mío de malezas cubiertos,
en estela de nubes, se llevan tus querellas.

Y derramo del alma zumo leve que el llanto
de la noche en banquete a escanciar me convida
y despierto a la vida derrumbado en el sueño
que en el alba de nuevo me traerá tu partida.

Ya el alba ,al nuevo día despunta mis caricias,
que fueron tu alimento en la noche estrellada,
y un suspiro se pierde en mi boca callada ,
un adiós y un mañana, es de sueño primicias.

Cuando el aire dibuja sus paisajes de incendio
y es la tarde ya un mudo catecismo de citas
yo te escribo esta carta aunque sé que no puedo
a un silencio con nombre de mujer remitirla.

Espero tu misiva tan pronto sienta tu alma
que ha perdido rumbo y tu carta extraviada,
llegue a un pueblo remoto con tu llama avivada
y alimente otros leños ... Ya no me digas nada.

Soledad

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