Llegaste a nuestra vida en buenos tiempos
cuando pudimos apreciar ese regalo
que encarnado en ti nos trajo el viento
que Dios sopla sobre sus amados.

Naciste bajo una buena estrella
que derramó destellos de inocencia,
Te otorgó el don de verte bella
y tu eterna sonrisa es complacencia.

Eres inteligente, linda buena,
tesoro que alegra nuestra vida
salamera y graciosa cual gladiola,
nuestra bella y simpática Marilia.

Tienes la gracia especial de la dulzura
y a cuantos te rodean transmites alegría,
tu aura es radiante y llena de ternura,
envolviéndolo todo día tras día.

Que sigas siempre así hija adorada,
que jamás haya en ti melancolía
y sigue pura, fiel, constante, amada,
como lo fue para Jesús... María.

poema: Marita



















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